Voy a desvestirme despacio. Poco a poco. Me iré quitando las dudas de encima. Desabrocharé la tristeza, soltaré el odio de las piernas y, con mucha delicadeza, desataré la responsabilidad atada a la espalda. Dejaré cada cosa en su sitio, dentro del armario que abro y cierro cada vez que busco algo (nuevo) para despistar el mal cuerpo. Al final, siempre me pongo lo mismo, pero yo siempre lo intento. Mañana volveré a abrirlo y me pondré de nuevo toda mi ropa para vestir el día desnudo y cubrir la piel abierta. Quizá, pruebe algo diferente y me ponga la tristeza debajo y la sonrisa encima. Superponer tendencias dicen que está de moda.
Esa necesidad de que el alma hable, a veces susurrando, a veces chillando, pero necesidad a fin de cuentas, de expresarme, de sentirme, de vivirme, pero sobre todo, de salvarme.