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Mostrando entradas de diciembre, 2015

y lo sabes

Escupir a la cara del recuerdo, ese que martillea sobre el yunque golpe tras golpe dando forma al herido. Intentar gritar tu nombre desde el precipicio, tirarlo desde lo alto y dejarlo escapar. Quiso herirlo. Y lo sabes. Tu nombre y apellido pisotearlos en medio de la calle como al desvalido mendigo que golpea sin piedad el tipo alta de clase media. Quiso hacerlo. Y lo sabes. Tender la mano y darle la limosna que haga más mísera su existencia. Delante de todos, para que le vean sumiso ante las costumbres de la vida. Corriente abajo. Corriente arriba. Lo intentó. Tantas veces como fracasó. Y lo sabes. Lo sabes porque aún sonríes cuando mira a otras en otros bares y te recuerda en cada trago. Lo sabes cuando abre la puerta para salir corriendo y acabar siempre en el mismo sitio. Lo sabes porque siempre te lo dice cuando en plena resaca escupe a tu cara el recuerdo de tu olvido.

Desdibujada entre sombras

Me puedo desdibujar en los recuerdos de aquellas noches. Ahogarme con los borrosos tragos de suspiros lejanos que, se arrastran como siervos mundanos del cielo empedrado, ese que anuncia agua. Lluvias de otoño, invierno o verano, qué más da la temporada, si la estación es la que pasa de infierno en infierno cada vez que te pienso en otra primavera. Puede que nunca supiera dibujarte  como te lo merecías, y que la saturación terminara por emborronarte sin remedio, sin medias tintas ni tonos claros. Y claro, el color se aja, y el artista se olvida de lo que en realidad importa, la obra de arte. Tú, mi obra de arte. Ahora te pienso en medio de nada, encerrada en esa palabra tan mencionada. Vintage. Pero sin el toque de estilo que puede resucitar lo viejo y recordarle que lo mejor de la vida pasó de moda, de largo, de lo que sea, pero pasó. Pasó y ya no está. Ya no estás. Ni tan siquiera en la memoria del papel, couche, mate o verjurado. Con toques dorados en una esquina, que le da ese a