Ir al contenido principal

(Des)bordando el mar


desbordando el mar

Dando brazadas en un vaso
a punto de rebosar,
desbordada,
salpicando todo fuera.
A mi alrededor, el mar.

Desbordada, casi ahogada
con tanta meada ciega.
Cerrar los ojos
quisiera,
no darme cuenta de nada.
La ignorancia da la felicidad,
dice su balada.
¡Formateen todos mis principios!
¡Bórrenme los amores!
Quemen la papelera
y olvídense del backup.

¡Desbordada!
Desbordada y cansada de gritar
en esta selva en la que todos luchan.
¡Quiero parar!
Quiero invernar en un lugar
donde el político sea oso hormiguero
y los banqueros solo ardillas
con castañas para custodiar.
Quiero pasar allí el invierno,
lejos de la incertidumbre
y este malestar.
Quiero dejar de remar
entre tanta gota corrompida.
Ojalá encuentre una salida,
el camino
que me lleve a la ciudad

donde la horchata recorre las venas.

No tengo miedo a lo desconocido,
quién sabe,
quizá allí coja el ritmo.
Si la encuentro,
colgaré un marco en la puerta (de mi casa)
que diga:
“aquí ahogarse está prohibido”.

Curta colaboración:
Nuria Sobrino 

Comentarios

Entradas populares de este blog

No hables sino quieres

No hables sino quieres, los silencios a veces curan. Pero a veces, matan. De suicidios silenciosos están llenos los periódicos, y las calles. Los veo todos los días, en esos rostros que se disfrazan para ser uno más, y en esas miradas que se esconden para ser uno menos. Siempre en pié, siempre corriendo, por esas calles en las que todos piden paso sin gracia ni perdón, o un pedazo del pan de cada día, y los más incautos, una casa hipotecada (de por vida). ¿Pero, qué vida? Esa que esconden en los sueños que matan, los que te vende una sociedad civilizada, esa que no habla, que no mira, y que pisa. Pero tu calla, calla y come, y como con la boca llena no se habla, calla, y come más. Ya hablarán ellos, y ellas, los que no dicen nada, los que te ponen la comida en la boca, y luego te la quitan, los de la foto bonita. Como te iba diciendo, no hables sino quieres. Pero el silencio, mata.

¿Con qué te quedas...?

Qué te puede dejar un lunes cualquiera. Agobio, ilusión... Una sonrisa que te regalan al pasar. O ese calor que se pega a tu piel, a veces reconfortándote, a veces agobiándote. O esas gotas de lluvia que te refrescan al caer y se llevan la aspereza. O cuatro monedas encima de la mesa... ¿Con qué te quedas?