Sabes, el mar calma mi pena, consuela mi dolor tantas veces paseado por su orilla, dejando escapar en la libertad de su inmensidad los suspiros de aquello que no encuentro...quizás el mar, que tanto ha visto, vea por mí aquello que yo busco, quizás la brisa me devuelva algún día el suspiro que busca al mío.
Esa necesidad de que el alma hable, a veces susurrando, a veces chillando, pero necesidad a fin de cuentas, de expresarme, de sentirme, de vivirme, pero sobre todo, de salvarme.
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