Dejaba pasar las horas. Se sentaba en el borde del abismo, ese que era sólo suyo, y las veía pasar. No las contaba, ni las guardaba. No dibujaba sueños sobre ellas, ni añoraba antiguas historias pasadas. Simplemente las dejaba pasar, mientras hacia otras cosas.
Hoy me pillo por banda el tumulto. Se me arremolinó dentro y estuvo inquieto. Mirando por aquí y luego por allá. Estrujando, apretando, me asustó, me irritó, por momentos me enfadó y hubo un instante en el que me estranguló la vida, con doña angustias de por medio. Como un cuento de miedo, de los que empiezan con muerte del yo y en todo su auge destripan el día hasta que te caes rendida ante la realidad de la vida. Y parece mentira lo que cansa tanto remolino dando vueltas. Nadas a contracorriente desde que amaneces, y aunque con todas tus fuerzas intentes alcanzar ese lugar donde tocas pie y te sientes medio segura, la resaca te arrastra al medio de ese sitio en el que no te ahogas. Pero te hundes, te hundes y tragas agua hasta que el aire ya no se siente. Agotada ando, arrastrando cuerpo y sujetando mente. No se por cual empezar el mantenimiento... ¿alguna sugerencia demente?
Comentarios
Publicar un comentario