Ir al contenido principal

Desde el infierno mi vida

Podrán
    -desde el infierno-
recorrerme las calles
en medio de las noches
atravesadas por sirenas
en busca de balas,
navajazos,
heroína
y putas de nombres impronunciables.

Podrán
    -desde el infierno-
enterrarme debajo de una farola,
esa que siempre se apagaba cuando te besaba.
Desdoblar las arrugas
del último trago que nos dimos,
aquel que nos supo tan rancio
que decidimos emborracharnos de olvido.

¡Y podrán los putos ombligos del mundo
seguir engañándonos
mientras la televisión esté encendida,
escupiendo basura
en esos cementerios
en los que entierran
los restos
de eso
que llaman política!

Qué más da lo que hagan
    -desde el infierno-
con las noches baratas,
el miedo que se suicida todos los días
al levantar la mirada
un poco más alta de lo que les decían.
Pudieron construir sueños y estrellas de día,
pero escogieron pintar nubes oscuras
en una noche vacía.

Vista desde ahí,
qué más da mi vida.
Esculpida por los designios del capitalismo,
dios de los dioses,
rindiendo pleitesía desde lo más profundo
    -del infierno-
Qué más da, mi vida,
si ya es azufre lo que me mantiene viva
en este mi reino
alzado sobre las ruinas de tu recuerdo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No hables sino quieres

No hables sino quieres, los silencios a veces curan. Pero a veces, matan. De suicidios silenciosos están llenos los periódicos, y las calles. Los veo todos los días, en esos rostros que se disfrazan para ser uno más, y en esas miradas que se esconden para ser uno menos. Siempre en pié, siempre corriendo, por esas calles en las que todos piden paso sin gracia ni perdón, o un pedazo del pan de cada día, y los más incautos, una casa hipotecada (de por vida). ¿Pero, qué vida? Esa que esconden en los sueños que matan, los que te vende una sociedad civilizada, esa que no habla, que no mira, y que pisa. Pero tu calla, calla y come, y como con la boca llena no se habla, calla, y come más. Ya hablarán ellos, y ellas, los que no dicen nada, los que te ponen la comida en la boca, y luego te la quitan, los de la foto bonita. Como te iba diciendo, no hables sino quieres. Pero el silencio, mata.

¿Con qué te quedas...?

Qué te puede dejar un lunes cualquiera. Agobio, ilusión... Una sonrisa que te regalan al pasar. O ese calor que se pega a tu piel, a veces reconfortándote, a veces agobiándote. O esas gotas de lluvia que te refrescan al caer y se llevan la aspereza. O cuatro monedas encima de la mesa... ¿Con qué te quedas?