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Las apariencias engañan, el corazón no



Deberíamos aprender a guiarnos más por el corazón, la intuición, por nosotros mismos en definitiva, y menos por el resto del mundo. Cortar esos hilos que nos quieren manejar, no dejarnos llevar por lo "establecido", lo "recomendado", las "costumbres".

Quizá descubriríamos cosas sorprendentes, quizá tendríamos más amigos y amigas, quizá dormiríamos mejor, quizá los malos no son tan malos, quizá los buenos no son tan buenos.

Muchas veces damos malos pasos por culpa de ese enmarañamiento de hilos y tejemanejes que nos controlan, y que nunca van al mismo paso que nosotros. En este mundo confuso de comunicaciones sin parar en el que vivimos, todos quieren influir en nosotros: bancos, políticos, medios de comunicación, empresas, publicidad...y lo que tan sólo importa es tu corazón.

Este sencillo corto de animación me parece un fiel reflejo de lo que quiero decir, además de precioso. Espero que os guste, ¡a mi me ha encantado!

No nos dejemos liar.

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No hables sino quieres

No hables sino quieres, los silencios a veces curan. Pero a veces, matan. De suicidios silenciosos están llenos los periódicos, y las calles. Los veo todos los días, en esos rostros que se disfrazan para ser uno más, y en esas miradas que se esconden para ser uno menos. Siempre en pié, siempre corriendo, por esas calles en las que todos piden paso sin gracia ni perdón, o un pedazo del pan de cada día, y los más incautos, una casa hipotecada (de por vida). ¿Pero, qué vida? Esa que esconden en los sueños que matan, los que te vende una sociedad civilizada, esa que no habla, que no mira, y que pisa. Pero tu calla, calla y come, y como con la boca llena no se habla, calla, y come más. Ya hablarán ellos, y ellas, los que no dicen nada, los que te ponen la comida en la boca, y luego te la quitan, los de la foto bonita. Como te iba diciendo, no hables sino quieres. Pero el silencio, mata.

¿Con qué te quedas...?

Qué te puede dejar un lunes cualquiera. Agobio, ilusión... Una sonrisa que te regalan al pasar. O ese calor que se pega a tu piel, a veces reconfortándote, a veces agobiándote. O esas gotas de lluvia que te refrescan al caer y se llevan la aspereza. O cuatro monedas encima de la mesa... ¿Con qué te quedas?