Se me quedan cortas las historias. Empiezan bonitas y con ganas, pero se hunden poco a poco en las batallas sin fin de ideas que brotan a raudales, hasta que chocan una vez escritas con la incongruencia de estar ahí, todas sueltas ¿Dónde empieza una y termina la otra? No entiendo por qué las palabras salen de esta manera. Se escriben solas. Es como si llevaran mucho tiempo esperando a ser plasmadas en algún papel para luego quedarse huecas del sentido que pueda tener cualquier historia bien escrita. Escribo, escribo y escribo sin parar, sin pensar. No necesito pararme a discurrir qué será lo siguiente que saldrá, ya está ahí, impaciente, esperando su turno de salir y gritar sea lo que sea que tuviera que gritar. Muchas veces dudo hasta de que sean mías tantas cosas guardadas, tantas rabietas, tantas preguntas sin respuesta. Y tengo que escribir deprisa, porque si paro se atropellan y se ahogan las letras, mueren, se van, no sé a cual lugar, ni si alguna vez volverán. Y me duele la mano. Y no me entiendo la letra cuando paro y me leo. No comprendo nada, pero algo, en algún lugar, se queda en paz.
[2016, Soraya Benítez y Nuria Sobrino] Triana sobrepasaba con holgura los veinte grados al comienzo de la noche, aunque el calor no derretía el termómetro como en semanas anteriores. A esas horas, bares y terrazas empezaron a llenarse de gargantas secas y manos empuñando cañas de cerveza muy fría o alguna bebida espirituosa. Nerea y Patricia fueron a un bar de la calle San Jacinto. Les acompañaba Bicho, un pequeño bulldog francés que los padres de Patricia le habían regalado para el vigésimo quinto cumpleaños, recién nacido, color canela, todo orejas. De aquello hacía ya tres años. — ¡Bicho, retírate un poco, hijo, que pegas calor! ―exclamó Patricia, retirando sus sandalias del lomo del perro. — Me recuerda a Iris, qué bonachón el tío ahí tumbado debajo de la mesa. Debe tener un calor… yo me estoy asando ―dijo Nerea, abanicándose con la carta de tapas plastificada. — Esto no es nada. Lo que pasa es que vas con esa melena de rizos suelta y… ¿qué esperas? Esta mañana sí que ha
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