Dando brazadas en un vaso
a punto de rebosar,
desbordada,
salpicando todo fuera.
A mi alrededor, el mar.
Desbordada, casi ahogada
con tanta meada ciega.
Cerrar los ojos
quisiera,
no darme cuenta de nada.
La ignorancia da la felicidad,
dice su balada.
¡Formateen todos mis principios!
¡Bórrenme los amores!
Quemen la papelera
y olvídense del backup.
¡Desbordada!
Desbordada y cansada de gritar
en esta selva en la que todos luchan.
¡Quiero parar!
Quiero invernar en un lugar
donde el político sea oso hormiguero
y los banqueros solo ardillas
con castañas para custodiar.
Quiero pasar allí el invierno,
lejos de la incertidumbre
y este malestar.
Quiero dejar de remar
entre tanta gota corrompida.
Ojalá encuentre una salida,
el camino
que me lleve a la ciudad
donde la horchata recorre las venas.
No tengo miedo a lo desconocido,
quién sabe,
quizá allí coja el ritmo.
Si la encuentro,
colgaré un marco en la puerta (de mi casa)
que diga:
“aquí ahogarse está prohibido”.
Curta colaboración:
Nuria Sobrino
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