Subes las escaleras con pasos cansados de otro día que termina, con el bolso, la compra, las carpetas y la vida acuestas. Un día más. Un día menos. Esa mirada no favorece. Entristece la sombra ya apagada de media tarde, o medio día tirado por el retrete, depende de como se mire. Te enfundas la sonrisa que ya no convence y entras. En casa.
En casa, sucia de porquería, llena de mil cosas sin hacer, de niños que quieren ser adultos -así empezamos todos el suicidio colectivo-. Entras. En casa, sucia de quejas, llena de mil cosas sin decir, de adultos que se comportan como niños. Entras. En casa. Y tu quieres salir.
Esa rueda que da mil vueltas, que un día hiciste girar por tan sólo un beso. Ya ni te acuerdas. Dicen que había amor. Dicen tantas tonterías. Ya no recuerdas. Dijeron que eso es lo que era la vida, lo que se espera. Dicen aún todavía. ¿Tu ya no te acuerdas?
¿Te acuerdas de los recreos en el cole, cuando imaginábamos nuestras vidas? Casarnos en vaqueros, en la playa. Tener una casa llena de posters y bailar con la música a tope. Unas dos hijos, otras tres, algunas ¡hasta cuatro y cinco! Trabajar en una tienda, vestir a la moda y tener mucha ropa. ¿Te acuerdas? De los días sentadas en el suelo construyendo futuros matrimonios perfectos, ¿hoy que queda? ¿Te acuerdas?
Pudiste elegir otra vida, la de aquella niña que no se quería casar. No quería tener hijos. No quería trabajar en una tienda. No quería tener mucha ropa, pero sí muchos vaqueros y camisetas. Pudiste elegir aquel día. Pero elegiste ser tu, con todas tus consecuencias de niña que sueña a ser mayor. No te arrepientas. La elección es tuya. ¿Recuerdas mi niña?
Sube las escaleras y entra. En casa. En tu vida. ¡Recuerda!
La única casa que no pueden desahuciarnos, la que siempre está en construcción. Prosa poética vintage ;)
ResponderEliminarPero a veces se nos olvida ;)
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